En 1956, el Departamento de Genética de la Facultad de Medicina de Sao Paulo, Brasil, introdujo abejas africanas con el propósito de seleccionar ejemplares y cruzarlas (hibridizar) con especies locales, tratando de mejorar la producción de miel e ingresar a los insectos híbridos en algunas regiones del país donde por sus características climatológicas las especies oriundas no se adaptaban.
Abeja africanizada (izquierda), abeja europea (derecha).
Un año después, algunos enjambres de esas abejas escaparon del apiario experimental y se cruzaron ampliamente con las especies locales de origen europeo, originando una población híbrida llamada abeja africanizada, que se reprodujo profusamente en el medio circunvecino, de donde inició una dispersión rápida y constante (250–300 km por año) hasta invadir el resto de Latinoamérica. En 1987 llegó a México introduciéndose por el estado de Chiapas y después por todo el sureste; en 1990 este insecto llegó al estado de Guerrero y en 1991 prácticamente todo el país estaba colonizado por la abeja africana.
Estas abejas muestran hábitos migratorios muy elevados; se reproducen más rápido que las abejas nativas y reaccionan con gran irritabilidad ante aromas fuertes, así como ante ruidos, movimientos o vibraciones que provocan agresiones masivas de estos insectos contra personas o animales, causando con cierta frecuencia defunciones en la población humana y en la fauna doméstica (equinos, bovinos, porcinos y otros) por la gran inoculación de tóxico, pues, como ya se mencionó, el ataque lo realizan en forma multitudinaria. Tal situación ha convertido la presencia de esta abeja en un problema económico y de salud pública, ya que desde su llegada al país se han reportado de 150 a 200 ataques anuales por enjambres a personas y animales en las zonas invadidas, causando una letalidad del 6–7% en las personas agredidas, requiriendo muchos de ellos atención hospitalaria por 12 a 24 horas y pérdidas económicas a granjeros y campesinos, por la muerte de sus animales.
Por lo anterior, la Secretaría de Agricultura inició acciones a través del Programa Nacional para el Control de la Abeja Africanizada y el sector salud ha alertado y capacitado adecuadamente a su personal para el tratamiento de los casos de intoxicados por picadura de abeja. Básicamente se deben usar antihistamínicos, corticoesteroides y analgésicos inyectables. Se debe mantener una adecuada permeabilidad de vías aéreas. En casos extremos se requiere el uso de adrenalina, broncodilatadores en aerosol, traqueotomía y uso de oxígeno.
(FLE)