Municipio. Cabecera municipal del mismo nombre.
Toponimia, escudo y/o glifo. Proviene del náhuatl tépetl: cerro, cóatl: culebra, cuiloa: pintar y co: en, y significa “en el cerro de las culebras pintadas” o “en el cerro de las culebras”. Después se le agrega el apellido Trujano, en homenaje a Valerio Trujano (1767–1812), soldado insurgente que nació en esa población y luchó hasta su muerte durante los primeros años de la Guerra de Independencia (v. Trujano, Valerio).
Reseña histórica (cronología). Como ocurre con muchas de las poblaciones del país, en general, y de Guerrero, en lo particular, no siempre hay datos precisos sobre sus fundadores. Se presume que los primeros habitantes llegaron desde las costas de Michoacán; posteriormente, y de acuerdo con numerosos vestigios encontrados en la cuenca del río Mezcala, se sostiene la hipótesis de la presencia de los olmecas, quienes habrían sometido a los primeros pobladores.
Otros estudios hacen referencia a la llegada de los chontales, hace más de mil años, al territorio actual de Tepecoacuilco. Esta tribu tuvo su principal asiento en Ixcateopan y desde ahí se extendió a diferentes partes de lo que hoy es el norte de nuestra entidad. Fue un pueblo culto, con una importante organización política y social.
Hacia el Siglo XI invaden esos espacios tribus nahuas provenientes del noroeste; una parte de éstas se estableció en lugares cercanos al río Balsas, conquistando la región de los chontales y matlazincas. A este grupo étnico se le conoce como nahua–coixca (“llanura de culebras”); era un pueblo de cazadores que aprendió el cultivo de la tierra en el contacto con los pueblos vencidos y construyó un señorío muy extenso e importante llamado Coixcatlalpan, del que formaban parte tres poblaciones principales: Taxco, Iguala y Tepecoacuilco.
Entrada a Tepecoacuilco de Trujano.
Hacia 1435 tienen lugar las primeras incursiones aztecas, bajo el mando de Izcóatl. Después habría otras campañas, en cuyo desarrollo Tepecoacuilco ocuparía lugar importante, a tal grado que una vez establecido el dominio mexica llegaría a ser cabecera de una de las siete provincias fundadas en el actual territorio guerrerense.
Consumada la conquista por los españoles en 1521, Hernán Cortés envió expedicionarios al espacio que hoy corresponde a nuestra entidad, con el propósito de explotar sus riquezas minerales y aprovechar otros recursos. Creó y repartió encomiendas para premiar el desempeño de oficiales y soldados; así se explica que en 1559 Tepecoacuilco fuera encomienda de don Luis de Godoy y posteriormente de un peninsular de nombre Bernardino de Torres.
A Tepecoacuilco llegaron los padres agustinos fray Jerónimo de San Esteban y fray Agustín de la Coruña, para iniciar las tareas de evangelización indígena; fundaron ahí un convento en 1535.
Durante la Colonia, Tepecoacuilco continuó siendo, como lo había sido desde la dominación azteca, el paso obligado de mensajeros, arrieros, grupos armados mercaderes y caminantes en general que iban de Acapulco a la capital del virreinato y viceversa. La propia población habría de convertirse en centro de transacciones comerciales entre mercaderes venidos del mar y los llegados desde el interior del país. En tiempos de la Feria de Acapulco arribaban diariamente hasta cien recuas cargadas de mercancías cuyo destino era la Nao de Filipinas o los centros comerciales de la Ciudad de México. Tepecoacuilco fue durante esos siglos una población muy vital: posada de viajeros, lugar de profundos contrastes sociales, sitio seguro para el habitante ocasional o el permanente, espacio de encuentro de múltiples voluntades humanas. En él se enlazarían los propósitos y aspiraciones de grandes luchadores por la Independencia Nacional.
Hasta antes de que se erigiera el estado de Guerrero, Tepecoacuilco fue, desde 1826, ayuntamiento del estado de México, según consta en la Memoria del Gobierno de esa entidad.
En el área de Tepecoacuilco, y en especial en su cabecera municipal, tuvieron lugar acontecimientos significativos para el movimiento de Independencia. Ahí conversaron Morelos, Guerrero, Trujano, Nicolás Catalán y otros más en torno a la lucha. Fue en este sitio donde pocos días después del Grito de Dolores se realizan algunos de los primeros hechos de armas entre insurgentes y fuerzas realistas. Ahí también vivirá parte de su prisión el cura Morelos, antes de ser trasladado a la Ciudad de México y posteriormente, a San Cristóbal Ecatepec, donde sería fusilado el 22 de diciembre de 1815.
Casa en donde estuvo preso el generalísimo José María Morelos y Pavón.
En días previos a la firma del Plan de Iguala, don Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide acordaron reunirse el 5 de febrero de 1821 en Tepecoacuilco, que era en aquel entonces el asentamiento humano más importante de lo que hoy se conoce como la región Norte del estado de Guerrero.
La historia registra la presencia en Tepecoacuilco de otros personajes importantes, además de los ya mencionados. En sus posadas se habían hospedado en los siglos anteriores no pocos virreyes y viajeros ilustres; de estos últimos, en el año 1803, pasa por ahí el barón Alejandro von Humboldt.
Otros hechos históricos trascendentes ocurridos en Tepecoacuilco son:
La construcción de la carretera Iguala–Chilpancingo (inaugurada por don Porfirio Díaz en 1910) marcaría el golpe definitivo al esplendor de Tepecoacuilco. Los arrieros poco a poco comenzaron a alejarse de esta población, en tanto se fortalecía cada vez más la vida comercial de Iguala.
El territorio de este municipio fue asiento de hechos importantes durante la Revolución de 1910; así por ejemplo, en 1912, el general Jesús H. Salgado incursionó y se apoderó de numerosos pueblos pertenecientes a su jurisdicción; al año siguiente las tropas del Gobierno trabaron combate con las fuerzas figueroistas, siendo el marco de la contienda la propia cabecera municipal; en 1914, tropas revolucionarias se enfrentaron a fuerzas huertistas ahí acantonadas; en 1915, carrancistas al mando del general Cipriano Lozano, combatieron a los zapatistas de Encarnación Díaz, logrando dispersarlos.
De hecho, a partir de los años 20, salvo pequeños momentos de inquietud generados por la guerra cristera y la confrontación política de los años 39–40, Tepecoacuilco ha vivido una paz social permanente.