Poeta y periodista. Nació en Cocula en julio de 1913; murió en la Ciudad de México en 1994. Fueron sus padres Ciro G. Adame, de Tierra Caliente, y Julia Rodríguez, de Chilapa.
Estudia la primaria en Iguala, donde hizo un periódico manuscrito, El Sol Mexicano, que vivió corto tiempo, cursa la secundaria en México, va al bachillerato en la Escuela Gabino Barreda y lo concluye en la Escuela Nacional Preparatoria. Es alumno de la Escuela Nacional de Jurisprudencia pero no termina su formación académica.
Ingresa a la SHCP. Colabora en Excélsior e Impacto, Universidad de México y el suplemento cultural de Novedades. Incursionó en el teatro con El padre de Cristian, drama dedicado al autor de sus días.
Su obra quedó dispersa en diarios y revistas. Participó en Cima, que dirigía Héctor Ornelas, donde publica entrevistas a Diego Rivera y Julián Carrillo.
Interviene en América, revista antológica de literatura y crítica que sobrevivió de 1942 a 1957, con días luminosos y tardes tristes.
Con Clemente Soto Álvarez codirigió la revista de literatura y arte Tiras de Colores, que en sus inicios fue quincenal y luego mensual. La editaba Álvaro Gálvez y Fuentes. El primer número se imprimió el 31 de mayo de 1943. Eran verdaderas tiras de colores, desechos que se aprovechaban ante la escasez de papel por los tiempos de la Primera Guerra Mundial; tuvo altibajos; publicó libros de nuevos escritores, el último número (58) salió de la imprenta en 1947.
Al hablar de sí mismo decía: “Huyo de las cosas complicadas, oscuras y gongorinas. Sostengo la tesis de la timidez y la claridad como un sentido elemental de la fórmula poética. Se ha dicho que tengo, y en efecto existe en mí, una resonancia indígena, una tónica aborigen en la musicalidad de mi poesía. Perteneciendo al grupo Tiras de Colores comparto la teoría, y propugno realizarla, de que la obra de los poetas mexicanos debe ser un asunto de la angustia de nuestro medio geográfico temporal”.
Su poesía fue buena cosecha para algunos antólogos. Y, con el penacho del buen humor, se atrevió a decir: “Sólo escribo para las antologías”. Y otro día subrayó: “Todo lo que escribo es de antología”. En parte, tenía razón. Poemas suyos aparecieron en los siguientes libros:
Dirigió la revista Afirmaciones. Preparó una antología de poetas guerrerenses y otra de oradores.
Hombre de lecturas, fue acucioso investigador de cosas nacionales y asuntos del Sur. Era excelente entrevistador. Perteneció al Club Primera Plana. Firmaba sus corrosivos escritos con el seudónimo Por Aquiles Picco.
Fue líder en el Sindicato de Hacienda, secretario particular del gobernador Alejandro Gómez Maganda y de Raúl Cervantes Ahumada, maestro emérito de la UNAM, cuando dirigió el Nacional Monte de Piedad; priista de pensamiento y acción, ocupó un escaño en el Congreso del estado de Guerrero.
Reunió una biblioteca singular. Quería obsequiarla a la ciudad de Iguala. Hubo pláticas con el gobernador José Francisco Ruiz Massieu, se le ubicaría en un lugar apropiado. Pasó el tiempo y nada se concretó. La desilusión lo circundó.
Sus últimos años fueron de amarga soledad y murió sin que nadie lo auxiliara. Fue sepultado en el cementerio de San Lorenzo Tezonco.
(AND)