Artista plástica y escritora. Nació el 13 de julio de 1913 en la ciudad de Mendoza, Veracruz, llamada así en honor al hermano de su madre, el general Camerino Z. Mendoza. Murió en México el 11 de septiembre de 1998. Sus padres fueron el español José Celorio Ruiz y la mexicana Adela Mendoza. Fue la tercera en la línea de descendencia del matrimonio Celorio Mendoza.
A temprana edad mostró un talento nato por la pintura, rama del arte en la que se inició de manera autodidacta con un descollante desempeño; cursó dos años de estudios de filosofía e idiomas. Contrajo nupcias con el doctor Gian Franco Bassi, de quien tomó el apellido con el que sería conocida artísticamente y con quien procreó tres hijos a quienes bautizaron con los nombres de Hadelin, Claire y Franco.
En 1964 reunió parte de su obra y montó su primera exposición pictórica recibiendo grandes comentarios a favor; el año siguiente expuso en la Galería Plástica de México, D. F., y en Lys Gallery, en New York, N. Y.; en 1966, en el Salón de la Plástica Mexicana, México, D. F., y en la Sala Agustín Arrieta, en Puebla. Ese mismo año enfrenta un controversial y escandaloso proceso judicial en el que es culpada por el asesinato de su yerno, el conde Cesare d´Acquarone, cometido en la Quinta Babaji, ubicada en el fraccionamiento Las Brisas, en la ciudad y puerto de Acapulco, propiedad de su familia, delito por el que es condenada a 11 años de prisión.
Pronto la prensa internacional publica a ocho columnas la noticia de este suceso, que en su momento fue considerado por un prestigiado medio de comunicación como una de las tres noticias más sensacionales de 1968, figurando con la de los Juegos de la XIX Olimpiada y el matrimonio de Jacqueline Kennedy, haciendo que las cúpulas intelectuales del mundo intervinieran en el asunto para exigir su libertad.
Paradójicamente, a la tragedia de su vida le sobreviene el esplendor de su obra; comienza a ser frecuentada por grandes personalidades de diferentes ámbitos y es en esa etapa en la que alcanza un renombre personal y artístico. En 1970 pinta un gran mural de ocho metros cuadrados en su celda junto con los maestros Alberto Gironella y José Luis Cuevas; el primero de ellos inspirado en el martirio chino Leng Tche, pinta El Suplicio en el que se percibe a una fémina desgarrando sus órganos y, un poco más a la izquierda, al Niño de Vallescas de Velázquez; en tanto que el segundo plasma a La Justicia con simbología quijotesca que sobresale de su propio autorretrato.
En esta importante obra, la señora Sofía Bassi pintó La Calumnia, en la que expresaba el momento de crisis emocional por el que atravesaba. A este mural llamado inicialmente A tres manos se le sumaría la contribución de otros dos gigantes; sus nombres: Rafael Coronel y Francisco Corzas, quienes contribuyeron con sus pinturas La Jaula y Un pintor protegiendo a su musa, respectivamente. Por la participación de Coronel y de Corzas, esta invaluable joya del muralismo mereció el sobrenombre de Un mural a cinco manos.
Acciones como ésta catapultaron la calidad de la artista mexicana, quien nunca dejó de pintar, acrecentándose su prestigio de manera tal que algunos miembros de la realeza y ex presidentes de la República Mexicana llegaron a visitarla de manera personal. Sus creaciones pictóricas logradas durante el encarcelamiento las firmaba colocando a un lado las iniciales E. L. C., que significaban “En La Cárcel”. Al cumplir su condena y quedar en libertad es recibida con júbilo por la comunidad intelectual.
Unicornio, 1973. Dibujo sanguina.
Algunos libros de su autoría son: El color del aire (escrito con el seudónimo de María Sacramento), El hombre leyenda, Siete cuentos inciertos (entre ellos, El indito, Sonrisa eterna, El olor de la tierra, Alas de petate y el Sexto dedo)y Bassi… Prohibido pronunciar su nombre, una biografía novelada en la que narra sus anécdotas durante el encierro y en la que se enlistan los nombres de muchas de las personalidades más emblemáticas del siglo pasado; en el apéndice 3 nos comparte un poco de su trayectoria que, a continuación, por lo extenso que resulta, se reproduce tan sólo la parte concerniente a algunos de los honores, distinciones y premios que dan cuenta de su grandeza:
Sofía Bassi participó en exposiciones individuales y colectivas en los foros de mayor prestigio, fue incluida en múltiples biografías y películas de largo metraje y obras de teatro, brindó conferencias y realizó escenografías, ilustró portadas y libros y fue objeto de ensayos, artículos y poemas por parte de destacados bardos y literatos. Muere de un infarto a la edad de 85 años; es enterrada en un sarcófago ovalado de fibra de vidrio diseñado y pintado al óleo por ella misma 12 años antes. La forma ovalada encuentra su inspiración en las líneas del huevo, del cual escribió:
Sí, el embrión es mi incógnita. La forma ovoide se repite en mis cuadros en forma alucinante. Yo percibo el germen potencial que se encierra en el huevo como filtración del éxtasis de la creación en la substancia humana. El huevo es la memoria de los atavismos del hombre. Lleva el secreto de la vida y el misterio de la muerte. Nuestro planeta es un enorme huevo, quizás expulsado por el útero de una enorme galaxia. El huevo es la semilla universal que busca las raíces de todo lo que existe. El huevo es el inicio, la previda, el mensaje del nacer en la conciencia cósmica. El ojo es huevo luminoso que capta todo lo que se mueve en esta tercera dimensión, de la que ya vamos saliendo para entrar a una cuarta donde el hombre –quizás– tendrá más recursos etéreos.
En la actualidad sus cuadros se encuentran en distintos museos del mundo; en su honor, hay escuelas que llevan su nombre.
(JPLC)