Benefactora de niños huérfanos. Le llamaron “La madre de 100 hijos”. Nació en Chilapa el 20 de octubre de 1898; murió en el mismo lugar el 29 de junio de 1989. Sus padres fueron Jesús Altamirano Sánchez y Mauricia Carranza Abad, que procrearon 17 hijos; 10 murieron muy pequeños.
Irene Altamirano Carranza (sentada al centro).
Cursó la instrucción primaria en una escuela oficial hasta el 5º grado. Se traslada en 1940 al Distrito Federal e ingresa al Convento de las Madres Teresianas, retirándose al poco tiempo por una enfermedad. Después, en 1945, se integra al Convento de las Madres Josefinas en la Ciudad de México, que también abandona por dificultades de salud.
El hecho de no lograr hacer vida religiosa al interior de un convento la motivó para criar niños huérfanos ayudada por gentes caritativas del lugar. El matrimonio formado por Arsenio Deloya y Esthela Andraca buscó apoyos de paisanos chilapeños para que periódicamente enviaran sustento. Al principio (1950) concentró a los infantes en la casa parroquial donde vivía con su hermano el sacerdote Rafael Altamirano Carranza, que se había ordenado el 1 de noviembre de 1925; después, en su domicilio particular, llegando a ser insuficiente el espacio por la cantidad de niños, al grado que su hermano consiguió prestada una casa para que continuara su obra filantrópica.
Los infantes que recibió tenían desde escasos días de nacidos hasta los 10 años de edad; de algunos se desconocían nombres y apellidos, siendo registrados con los apellidos de ella para que pudieran ingresar a la escuela; y no obstante las limitaciones, todos tuvieron oportunidad de cursar la instrucción primaria en planteles oficiales. Su dedicación humanitaria la llevó a ganarse el calificativo de “La madre de cien hijos”, aunque en realidad se sabe que crió a aproximadamente a 26. Despertó, en algunos, comentarios adversos en el sentido de considerarla como afectada de sus facultades mentales.
Su muerte fue causada por gastritis, enfermedad que la aquejó por más de 21 años.
(JRV)