Integraron una familia de ascendencia española de acomodada posición, dedicada a la agricultura y ganadería. Radicaban en Chilpancingo y en Chichihualco, donde tenían una hacienda grande y productiva.
Iniciado el movimiento de Independencia, los Bravo vieron con agrado e hicieron suyos los ideales libertarios; constantemente las autoridades españolas cometían abusos sobre sus bienes. Los realistas pidieron a la familia Bravo que organizara una compañía de apoyo, invitación que de tajo no fue aceptada, por lo que los españoles presionaron más. La familia resolvió ocultarse en la cueva de Michapan situada en una barranca de difícil acceso, pero relativamente cercana a la hacienda, donde llevaron armas y bastimento, para defenderse en caso de ataque.
Morelos y Galeana platicaron con los Bravo para que se unieran a la causa, y éstos aceptaron la invitación. A partir de mayo de 1811 sirvieron como oficiales de la mayor confianza de Morelos; sólo Casimiro Bravo, que accidentalmente no se encontraba en la hacienda, permaneció al margen de la lucha armada por su personal determinación, encargándose de los trabajos del campo en apoyo a su familia que se fue a la lucha armada.
En honor a estos insurgentes, el Distrito Judicial de los Bravo, ubicado en la zona centro del estado, lleva su apellido.
Permanecieron fieles a la lucha de Independencia: Leonardo y su esposa; Víctor, Máximo, Miguel y Nicolás, el más notable de la familia, que fue hijo de don Leonardo, hermano mayor de los Bravo.
(JRV)