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Coyote

Canis latrans. Mamífero del orden Carnívoros, familia Cánidos. Otros nombres: cóyotl (nahua), vahu (mixteco), basachi (tarahumara).

Es del tamaño de un perro pastor alemán mediano. Tiene orejas erectas, triangulares o puntiagudas; hocico afilado, ojos pequeños y muy juntos. El sentido del olfato se halla muy desarrollado. La cola está cubierta de abundante pelo y por lo regular la lleva hacia abajo; la punta es negra. El color del cuerpo es café grisáceo en el lomo y amarillento o blancuzco en las partes inferiores; los flancos son más obscuros. Es sumamente veloz en su carrera –puede alcanzar hasta 60 km por hora–, además de ser hábil y pertinaz cazador  –llega a durar varios días persiguiendo a un venado hasta que lo cansa–. Mide (cabeza y cuerpo) de 70 a 80 cm, y la cola de 25 a 30 cm; pesa 25 a 30 kg; las hembras son de menor peso y tamaño. Es considerado animal astuto, escurridizo y sagaz, aparentemente medroso, pero atrevido a la vez. La longevidad de este legendario mamífero puede alcanzar hasta los 12 años de existencia. 

El coyote siempre ha estado ligado a la vida del hombre, así lo demuestran grabados y escritos de la antigüedad y múltiples referencias actuales. Tanto el animal en sí como su patronímico se relacionan con las actividades humanas. Por su naturaleza ha originado cuentos, mitos y leyendas interesantes: que si echa vaho, que hipnotiza a sus presas, que los brujos o nahuales se transforman en coyotes; las personas que se consideran hábiles o inteligentes se parecen al coyote, igual sucede con los que engañan a los demás; también es inspirador de canciones y corridos.

Su nombre lo mismo se usa como apodo o como adjetivo, para definir o caracterizar la forma de ser de una persona, así como el color de ciertas cosas u objetos. Sahagún menciona en uno de sus escritos la tonalidad del algodón color coyote (variedad cuyo color es rojizo); al hijo de indio con mestiza le llamaban coyote; hay bebidas que reciben este nombre, como la que se prepara con pulque, miel de abeja silvestre y corteza de timbre (Acacia angustissima); como raíz en algunos nombres: Nezahualcóyotl (coyote hambriento). Numerosos topónimos contienen como primer elemento formativo el vocablo cóyotl, como Coyoacán, D. F. (del nahua cóyotl, coyote, hue partícula que indica posesión y can locativo), que quiere decir “lugar de quien tiene o venera coyotes”.

Prolifera en casi todo el territorio estatal; si en algún terreno no se le encuentra es porque ha sido perseguido con intensidad y se retiró a lugar más seguro, pero en la primera oportunidad, cuando las condiciones son propicias, regresa a repoblar dichas áreas.

Tal vez en los bosques espesos de coníferas (donde la lluvia es constante) no sea frecuente hallarlo, ya que prefiere terrenos semiáridos cubiertos con matorral y cerca de lugares habitados por el hombre, quien, aunque lo agreda severamente, le proporciona, en cierta forma, su alimentación.

Es considerado uno de los animales silvestres más comunes en la geografía guerrerense; en cualquier lugar del medio rural se le puede localizar, incluso cerca de las ciudades.

En las noches de plenilunio, cuando el silencio invade las campiñas, el aullido de los coyotes da un toque tétrico que recuerda los cuentos de brujas.

Su menú lo constituyen conejos, liebres, pájaros, cervatillos, ovejas, cabras; las gallinas son su platillo fuerte, además de lechones, peces, cangrejos, jaibas, ranas y tortugas, y cuando todo esto escasea come carroña. Puede cazar venados adultos.

Por lo regular el coyote anda en parejas y dura muchos años con la misma compañera. La hembra puede entrar en celo en cualquier época del año, aunque lo más común es que sea entre diciembre y febrero; la gestación tarda de 60 a 63 días, al cabo de la cual nacen de cinco a ocho cachorros; la hembra, para realizar el parto, elige la grieta de una roca, el respaldo de un risco o el hueco de un árbol; las crías, a las cuatro o cinco semanas, comienzan a salir de la madriguera; en forma de juego practican las técnicas de caza, al acecho y vigilancia de la madre, principal instructora en las artes de la cacería. Cerca de cumplir el año de nacidos los críos se independizan y buscan la zona que mejor les agrada para vivir y donde encuentren sustento.

Sus principales enemigos son el hombre y el puma. Aunque en algunos casos su población disminuya o desaparezca por completo de algunos parajes pronto se recupera debido a la capacidad de reproducción.

Para su conservación las leyes de caza lo protegen en virtud de que también aporta beneficios al controlar plagas de roedores que tanto mal hacen a los sembradíos y graneros.

(EAV)